martes, 29 de diciembre de 2009

Buenos Propósitos

Es por esto que celebrábamos, ¿te acuerdas?
Mirar atrás algunas veces y echar cuentas,
Repaso ahora, porque toca, la pasada Nochevieja:
Preparé la cena a un alemán, pelé las uvas.
Depués, propuse escuchar música y un brindis,
Él sugirió hacer el amor.
Yo escogí el vino.

La Nochevieja pasada recordé la antepasada,
Como en un juego de espejos, en abismo;
Aún joven y aun niña: yo misma
Suspendidos los instantes, congelados en hilera.
Las comidas se suceden,
Las digiero indistinguibles,
Aunque ha cambiado todo porque yo ya no soy ésa.

Celebraré dos mudanzas,
Un año más y un diente menos,
Doce menstruaciones, cuatro amantes.
Borracheras, lavadoras, desengaños, desayunos...
Lágimas y otro hombre.

*EL*AÑO*QUE*VIENE*
Cambiaré las ciudades, me quitaré de la droga internáutica/comunicacional
Y otra cosa. Han de ser 3.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Feliz Navidad

Seguiré haciendo listas cuando vuelva a la oficina (es decir, el Lunes, tampoco se vayan a creer). Me siento, contra todo pronóstico, embriagada por el ambiente, las tradiciones, la familia, los regalos y el cava con el que el jefe nos ha obsequiado. Gracias a todos aquelllos que visitáis mi blog, no sabéis lo feliz que me hace.

Feliz Navidad, amiguitos, que los dioses os bendigan.

martes, 22 de diciembre de 2009

lunes, 21 de diciembre de 2009

Algunos libros que me han gustado en 2009


Yo también me sumo a la corriente findeañera de hacer listas. Mencionar es omitir,sé que, de haberla escrito en otro momento, esta lista no sería la misma. Aún así, ahí van algunos de los libros que me han hecho feliz este año. El orden no significa nada.












jueves, 17 de diciembre de 2009

Cuento de Navidad.


Hasta el mismo coño estaba ya de Skylab7, de sus quinientos habitantes (del 80%, como mínimo), de sus cervezas de mentira, del módulo enano en el que vivía, de la puta italiana que vivía conmigo, de los sucios estudiantes con los que me acostaba...
Como el turrón, vuelvo a casa por Navidad, a ver a mis amigos y con ganas de pasarlo bien después de seis meses en esta cochina estación donde el último bar cierra a medianoche y te encuentras cinco veces al día con la última persona a la que quieres ver.

¡Madre mía! ¿A que llego con resaca? Anoche celebramos una pequeña despedida, el drama ha sido mío para levantarme esta mañana. Ni siquiera he hecho la maleta. Meto cuatro cosas, dejo todo hecho una mierda, ya recogeré cuando vuelva. Si a Gaia le molesta, que limpie ella, la muy puerca. Es el lugar más siniestro, caro y frío en el que he vivido jamás. Sólo el pensar en los meses que me quedan por pasar aquí, me produce convulsiones.
Me despido de Paul. Me propone pasar la Nochevieja conmigo en Barcelona. Me gustaría, pero ¿dónde le meto? Como no se quede en casa de mis padres... En fin, ya veremos.

Por fin salgo. Conmigo viajan Àgathe y Hassan. Está claro que no tengo suerte. Intento ver una película, inocente de mí. Estos dos no paran de hablar de los interesantísimos proyectos que están a punto de llevar a cabo y de la experiencia apasionante que están viviendo. Al parecer, todo es la caña, en la opinión de este par y son incapaces de guardárselo para ellos mismos.

Llegamos a la Montpellier Base por la mañana. Ligero mareo. ¡Me resulta tan extraño volver a pisar la calle!

Àgathe sube a un tren, Hassan coge un avión. Yo no. Tengo que ir al parque de Les Arceux a buscar mi coche. Ni siquiera sé para qué lo he traído. Este coche debe tener cerca de seis meses, ¡animalico! Confío en que esperará a cumplir con su misión antes de jubilarse. Eso si logro dar con él.

Paro en una de esas estaciones de servicio, en cualquiera, si son todas iguales. El menú da un poco de asco. Mejor, desde que vivo en Skylab y a falta de otra ocupación más divertida, me he aficionadao a ir al restaurante. Es el único sitio en el que te puedes tomar una cerveza decente (no buena, sólo decente) y me preocupa que mis amigos noten que he engordado. Pero confiar en que se hayan quedado todos ciegos en este tiempo es esperar demasiado, ¿no? Bueno, pues me como la peor tortilla de patatas del Planeta. Eso, con una coca-cola light y un pastel es actualmente mi idea de un menú bajo en calorías.

Prosigo. Escucho a Serge Gainsbourgh, ¡qué retro! canto con él a lo Birkin rolliza.

No hay nadie en esperándome en casa y me alegro. No me acordaba de lo bien que se está con calefacción y bañera y canales de televisión. La cocina está repleta de comida, de comida DE VERDAD. No quiero mirar. Me estiro en el sofá. Pongo la tele. Joder, ¿cómo podía vivir sin tele? Creo que me dormiré, pero no lo consigo.

Llega mi hermano y yo vuelvoa la infancia, ¡pero es que este cabrón me quiere quitar el mando a distancia! ¡Por encima de mi cadáver! Quiero ver programas del corazón, ¡quiero ver Publicidad! ¿Qué le pasa a este? ¿No tiene calimochos que beber ni novias a las que morrear?
Ok. No sé cómo ha ocurrido, el enano de los cojones ha aprovechado un despiste y me ha arrebatado el mando. En la tele , dibujos animados, Me cago en la puta. ¡Esto también podía verlo en la Universidad!

Luego llegan mis padres: primero una, luego el otro. No tengo nada que contarles, ni ellos a mí tampoco, pero me echan la culpa. Hay que ver ¡lo siesa eres, hija!¿Qué? ¿qué? ¿ Qué esperan? ¿Que empiece ahora a contarles mi vida? ¿Y hasta cuándo me remonto?
Teléfono (gracias-gracias) "¡Rous! ¿Ya estás aquí? esta noche me toca trabajar, ¿por qué no te pasas? Vienen unos amigos míos de la Uni. Pásate y nos tomamos unas birrillas y me cuentas."...
Es Víctor, mi mejor amigo (tengo unas dos docenas de mejores amigos). Mientras he estado fuera, ha pillado el traslado de un bar musical, el “Berlusconi” (son poppies, qué le vamos a hacer) y afirma haber sentado la cabeza junto a su última novia. Si no lo veo, no lo creo.

Aunque estoy cansada y no me apetece, le digo que iré. Explícame tú si no, qué hago yo aquí toda la noche con mis padres.

Todo lo que tengo me queda horrible. Parezco una butifarra. En Skylab me daba un poco igual, pero ahora me agobia que me digan que me encuentran más gordita... Me da un ataque y me pongo a llorar. Llega corriendo mi madre, me dice que estoy guapísima, que antes estaba demasiado delgada... Traducción: pareces un león marino, pero no te lo digo porque no quiero que me cojas anorexia. Lo que yo quería oír es que es una paranoya mía: "estás loca, hija. No has engordado en absoluto".

En el “Berlusconi” me encuentro con Sergio que es amigo de mi amigo, iban juntos a la Universidad, o algo así... Hablamos, fumamos, bebemos y de repente.... ¡Oh, pobre corazón mío, asaetado, vuelve a palpitar! todo porque mis ojos se han cruzado con la criatura más perfecta de la Creación, ¿será esto, acaso, un sueño? A sólo unos cuantos pasos un hombre perfecto, de grandes ojos castaños, de gestos tiernos y elegantes, de impecable atavío...

El tiempo se ha detenido mientras clavo mis ojos en los tuyos tratando de atraer tu mirada, amor.
En vano. Aquel cuya atención trataba yo deseperadamente de captar estaba con un grupo de amigos y ni siquiera se dió cuenta de mi mirada de matar. ¿Tan horrible estoy? ¿Es que mi aumento de volumen me ha convertido, paradójicamente, en invisible?

-Víctor, Víctor ¿Quién es ese ¿ ¿Sabes algo de él? ¿Es soltero?- Pregunto sin poder reprimir unos saltitos que hacen que me tire media birra encima.
-¿Quién? ¿Pablo? Siempre está por aquí, es muy amigo de... Tírale la caña, se pondrá muy contento.
¿Pero cómo le voy a tirar la caña? Pienso mientras intento, sin éxito, secarme con servilletas de papel la caña que acabo de tirar sobre mí misma. ¡Servilletas de papel! ya os he dicho que son poppies. Deberían fusilar al que inventó esta mierda?

Víctor, no te has dado cuenta de que esto es amor verdadero, true love del bueno.... ¡Antes muerta que rechazada! Así que me limito a seguir mirándolo fijamente, con la esperanza de que , tarde o temprano, repare en mi presencia, se dirija a mí arrebatado y yo aproveche el momento para, con mi ingenio y elocuencia, tejer una telaraña de amor de la que no pueda escapar ya nunca jamás.

Por extraño que parezca, mi plan no tenía algún punto negro que aún ahora no puedo precisar, y nada de eso sucede. Mi galán se va sin haber reparado en mí y yo acabo la velada tras la barra elaborando atrevidas e innovadoras combinaciones alcohólicas con Víctor y Sergio. El bar se queda vacío.

Ayudamos a cerrar y Sergio nos invita a tomar la última en su casa. Por mí vale.
Aterrizo en el sofá y Víctor vuelve del baño para comprobar que Sergio ha ido a aterrizar justo encima de mí, ¡qué cosas! Se despide, el pobre. Protestamos: "no, hombre, quédate" pero tampoco nos ponemos muy pesados.

Sexo borracho, cochino, marrano. No sé muy bien ni lo que estoy haciendo. ¿Debería avisar en casa de que no voy a ir a dormir? Follamos a pelo. Yo dudo, pero no protesto. ¿Where is my mind?. Follamos mucho, me canso.

-Vámonos a la cama, a dormir. Se me está clavando el borde del sofá en toda la nalga. Déjame ya, en serio, estoy irritada.

Sergio no se ha corrido y parece no escucharme, Continúa y continúa y continúa hasta que se corre, dentro y ahora mismo no me acuerdo de si llevaba o no condón. Pero tengo tanto sueño que da igual.

-Antes de que me duerma, déjame que le envíe un sms a mi madre. Para avisarla de que no voy a dormir, es lo mínimo.

Pero queda pendiente. Tengo tanto sueño...

Sergio debe haberme llevado a la cama. Ha atado mis muñecas a los barrotes y parece dispuesto a volver a empezar. Y lo hace. No puedo controlarme y le vomito encima, ¡Qué bueno! Me río como una loca.

-¡Serás puta!

Se te han pasado las ganas ¿verdad, cabrón? ¡Jódete! Me desata y me mete en la bañera sin parar de decir palabrotas. Allí me duermo y allí me despierto.

¿Qué coño hice anoche? Por si acaso, me inyecto la post coital, en el fondo soy una chica responsable. Estoy tan cansada... Sergio quiere que vayamos a comer, pero si no aparezco por casa hoy mi madre me mata.
¿Qué cojones le pasa a este tarado? ¿No tiene familia o qué? ¿Desde cuándo se va uno a comer con un rollete el día de Navidad? La verdad es que me da un poco de pena y le invito a comer en mi casa, pero el tío se me asusta. Miedo al compromiso. Qué típico.