martes, 24 de noviembre de 2009

Bernd, el devorado



Con la yema de los dedos he rozado una imagen ¡Bendito sueño que me tortura! un leve ¿qué sé yo? Atrapado al vuelo antes, justo antes de despertar. Apenas un frame, un centenar de bits... Trato de aprehenderla, tiro de la sensación como de un hilillo de chicle, con cuidado, que no se me rompa, para recuperar el resto: el sueño, el chicle.

Pero el hilo se corta, claro, y me quedo solo, suspendido en mi angustia, aún mil veces más negra por ser incapaz de saber su raíz obscena.

Hoy tampoco voy a salir. Este piso cochambroso será mi tumba. La ropa de cama hiede empapada de sudor, orina y mierda. Espero en un útero pringoso a que llegue la Revelación. Sé que sabré reconocerla cuando me ilumine, sin embargo ¿qué puede sucederle a un muerto? Aún respiro, es cierto, pero estoy muerto. Debo morir, mejor dicho, para purgar mis crímenes. No basta con esperar la muerte, tengo que ir en su búsqueda: debo resucitar para volver a morir.

Veo la nieve caer por la ventana. Probablemente será la última del año: Nunca más volveré a pisar la nieve. Abro la ventana y me asomo: once pisos me separan del final. Abajo, los hombres, con ridículos atuendos invernales, corretean como cucarachas. Dan palmaditas para calentarse las manos, los muy subnormales, como si sirviese de algo. Me desnudo y el aire helado me acuchilla. El dolor me estimula, me permite volver a ser consciente de mi cuerpo por primera vez en mucho tiempo, alivia momentáneamente ese sufrimiento íntimo, cruel, insoportable... Bastaría con una leve inclinación, con permitir que mi centro de gravedad se desplace un poco hacia delante y todo habría terminado. Me balanceo y coqueteo con la idea, pero permanezco dentro de la habitación. Y no es porque conserve el menor resquicio del puto instinto de conservación, es que reventar mi cuerpo contra el pavimento no bastaría. Yo quiero limpiar mi alma. Yo quiero librarme de mi putrefacta condición humana. Yo debo aceptar este sufrimiento que me ha sido encomendado y que merezco.

El ser humano es repugnante, el cuerpo y sus funciones son repugnantes, absolutamente todas las pulsiones son repugnantes, pero el instinto de conservación es la más repugnante de todas porque además de ser patético, es causa de que muchos no sean capaces de poner punto y final ¡Malditas ratas cobardes! y yo, el peor de todos ellos, al menos he logrado liberarme de esa tendencia abyecta. ¡Instinto de supervivencia! ¡Qué asco!... Yo no. No es eso. Creo haber encontrado el camino correcto. El único: la purificación del alma a través de la mortificación de la carne.

Era ingeniero cuando estaba vivo. Entonces, lo mismo que ahora, prefería con mucho trabajar con máquinas que con personas. Los programas no son más que fórmulas: eficaces, limpias, transparentes. Carecen de humores o fluidos que los corrompan. No cabe ninguna forma de relativismo, de arbitrariedad, de nepotismo. Funcionan o no, y ya está. Creo en Dios. Creo que Dios es una mente digital pura, no contaminada por un hardware falible.

El cable de fibra óptica es el cordón umbilical que me mantiene conectado con el mundo. Tengo fe en que Dios me enviará la señal para mi resurrección a través de la Red. Todos los días, sin moverme de esta casa me paso por el forro todas las fronteras. Abarco el mundo entero. Mi epifanía está al llegar, mientras, todo lo que necesito cabe en mi esfinge portátil.

* * * * *

Mi nombre es Bernd Juergen Brandes, nací en Berlín en 1958. Mi madre Eva, era puta y yonky , mi padre ni puta idea. La única imagen que conservo de mi madre es de cuando la vi, detrás de un vidrio el día de su entierro. Estaba delgadísima, y su cabeza parecía una de esas momias reducidas de los jíbaros

Mi abuela me contó que un día tuvo que venir a buscarme a un bar en el que mi madre me había dejado solo esperándola mientras iba a buscar dinero para pagar unas cervezas. O eso le dijeron.

Me crié con mi abuela en una casa grande y destartalada en las afueras de Potsdam. Con nosotros vivía mi tío Bernd, que es la persona a la que más he querido en este mundo y una serie de chachas polacas indistinguibles entre sí, que siempre acababan por casarse y largarse por donde habían venido.

Mi abuela era muy graciosa. Siempr estaba leyendo libros de alimentación natural y esas gilipolleces, y presumía de haber sido una belleza en su juventud, pero ¿hay alguna vieja que no presuma de lo mismo? Lo cierto es que siempre he conservado algunas de esas fotos suyas en blanco y negro, con esos vestidos tan maravillosos de cuando era joven, que yo busqué por toda la casa sin lograr jamás dar con ellos. Desde luego, el recuerdo que yo guardo de ella es de una mujer muy distinta a la de las fotos. Mi abuela para mí no era más que una hija de la gran puta que acababa todas sus frases con la palabra “mierda”. Hoy le habrían diagnosticado el síndrome de la Tourette, pero entonces no era más que una vieja loca y cabrona ¡Era una risa! A los críos nos encantaba meternos con ella, porque era capaz de perseguirnos durante manzanas dando gritos, la tía, aunque nunca nos pillaba. Bueno, a mí sí que me pillaba, la muy perra. Una vez que le untamos las ventanas y la puerta con mierda se esperó a que volviera a casa para partirme el palo de la escoba en las costillas.

Me gustaba la escuela y me llevaba razonablemente bien con los niños. Nunca fui afeminado, así que hasta que no fui mayor nadie se metió conmigo por ser marica. Mejor para ellos. Aún así, mis amistades siempre fueron superficiales, nunca tuve un amigo íntimo, alguien en quien confiar de verdad. A parte de mi tío, claro.

Para mí era el hombre más inteligente del mundo. Mi ídolo. Había sido uno de los ingenieros que participaron en la reconstrucción de la U-bahn de Berlín, pero cuando yo era pequeño estaba retirado por una afección crónica de riñón. Sufría mucho y por eso le daba a la botella sin complejos. Durante un tiempo yo también y de no ser por el accidente tal vez habría acabado alcoholizado como él.

Pero aparte de privar como un condenado, mi tío ha sido la única persona que se ha preocupado realmente por mí. A él le debo lo poco que tengo. Lo más importante para él era que yo fuera a la escuela y sacara buenas notas, y sólo por él lo hacía. Incluso después de que se suicidara, me gustaba imaginármelo observándome complacido desde el Cielo. Yo sabía que tenía que ser ingeniero como él había sido. Por eso cambié el nombre que me había puesto Eva por el suyo.

* * * *

He conocido a un hombre que me obsesiona en uno de esos chats asquerosos. Nuestro intercambio de mensajes se parece a una de esas partidas de ajedrez a distancia: Calculamos nuestras reacciones, ambos tratamos de calibrar al otro sabiendo que el otro no quiere mostrarse: no antes de tiempo. Sometemos cada frase, cada palabra a un análisis exasperante y exhaustivo.

Parece sincero, he contestado a un anuncio en el que buscaba hombres jóvenes y robustos dispuestos a satisfacer sus apetitos incondicionalmente. Ese hombre soy yo. El que firma se hace llamar Hunger y de entre las docenas de mensajes a los que he contestado, es el único que ha logrado mantener vivo mi interés más de una semana. Algo en mi interior me dice que detrás de Hunger se encuentra el instrumento de mi destino. Pero por ahora prudencia. No puedo permitir que la euforia me haga cometer un error: tengo que asegurarme de que va tan en serio como yo, de que será capaz de llegar hasta el final. Y a continuación, tendré que convencerle de que yo debo ser el elegido. No debe descubrir antes de tiempo mi edad o todos estos esfuerzos podrían resultar inútiles.


¿Conseguiré conectar con él? ¿Seremos capaces de arrancarnos las máscaras? ¿Me atreveré a comunicarle mis verdaderos deseos? ¡Tengo tanto miedo de que me decepcione! Podría ser un cobarde, un maldito voyeur, un farsante... No puedo precipitarme.

Hunger ha sido muy cauteloso hasta el momento, sin embargo, creo detectar los primeros síntomas de impaciencia en él. Ayer me reveló que vive en una pequeña ciudad del Suroeste. Me excitó muchísimo, por el gran paso que esta revelación supone y porque a partir de entonces empecé a forjarme una imagen de él. Anoche tenía tantas ganas de pelármela que tuve que emplearme a fondo con el cilicio.

Fantaseo con nuestro encuentro. Me lo imagino como a mi alma gemela, mi hermano espiritual, ardo en deseos de consumar esta unión que va más allá del matrimonio, más allá de un vulgar pacto de sangre o un intercambio sexual. Nuestra ceremonia sólo será comparable al acto de dar vida: de nuestra alianza ha de surgir un nuevo ser inmaculado, limpio de culpa y pecado. Y yo moriré, sí, moriré para saciar su hambre. Moriré para reencarnarme en él.

¡Son tantas las esperanzas que tengo puestas en ti que sin haberte visto ya te adoro!

* * * * *

El día que enterramos a mi madre, mi tío Bernd me llevó a ver “Las amargas lágrimas de Petra von Kant”, de Fassbinder en un cine gay. Yo tenía 14 años y me identifiqué instantáneamente con Marlene, la esclava muda de Petra. Recordaré siempre aquel día, pero no precisamente por ser el del entierro de mi madre.

Por la noche mi cabeza bullía, no podía parar quieto en la cama. Aquellas mujeres, la intensidad de sus sentimientos, las relaciones que establecen entre ellas, me habían perturbado profundamente. Yo quería experimentar sensaciones parecidas, yo no quería una vida vulgar, sentía que debía haber algo más. Estaba deslumbrado.
Mi tío debía sentir algo parecido, porque al cabo de un rato le oí llamar a mi puerta. Ardía de deseo y me suplicó que le dejara meterse en mi cama. Yo dije que no. Entonces no era más que un niño y me gustaba jugar con los que me querían.

La criada que teníamos entonces, María, era una bávara garrula y cuarentona, bastante simpática y más tonta que el que asó la manteca. Esta pánfila le había cogido cariño a un gatito que encontró en el callejón y mi abuela le dejaba tenerlo en la cocina. Lo alimentaba con un biberón, a pesar de que el bicho ya era lo bastante mayor para cazar ratones y buscarse la vida, pero me imagino que la pobre estaba dándole al animal (le gustase a este o no) las carantoñas que hubiera querido poder brindar a los cachorros que ella ya no iba a tener.

Le dije: -Si haces todo lo que yo diga, te dejaré que me folles.

-Haré cualquier cosa que me pidas. -Contestó mi querido tío.

Me levanté y fui a la cocina. El maldito gato no se fiaba de mí y se había escondido detrás de los fuegos. Era un buen escondite, no lo podías ver a simple vista y era bastante difícil cogerlo desde ahí. Lo único es que el muy subnormal siempre se escondía en el mismo sitio. Así que atrapé al gatito. El muy hijo de puta me odiaba y me arañó en la cara tratando de zafarse. Lo llevé a mi habitación junto con un trozo de cable.

-Este malnacido me ha arañado- y sacudí la cuerda- ¡exijo justicia!

* * * * *

Por fin ha llegado el momento. Mañana subiré al tren que ha de conducirme a mi destino. La espera se me hace interminable. Sé que no voy a pegar ojo, pero no es grave. Ahora mismo saboreo las delicias de la anticipación. Mañana Hunger sabrá que no tengo 30 años. ¿Seré capaz de convencerlo para que sigamos adelante? Tengo confianza. No creo que Dios me dejara transitar por un camino equivocado durante tanto tiempo. No, esta certeza que siento tiene que ser una señal. Mañana habré llegado al final de mi camino. Mañana, mañana… Te lo suplico, por el amor de Dios.


* * * * *


Condenan al caníbal alemán a cadena perpetua por asesinato


FRANCFORT (Reuters) - Un tribunal alemán condenó el martes a cadena perpetua por asesinato a Armin Meiwes, el caníbal alemán encarcelado por matar a un hombre y alimentarse con su carne, modificando una condena previa por el mismo delito.

Meiwes, de 44 años, se enfrentaba a un juicio por segunda vez después de que un alto tribunal criminal de Alemania dictaminara que su condena de 2004 era demasiado indulgente.

'El acusado era totalmente consciente de sus acciones y podía controlarlas', dijo el juez Klaus Drescher. 'Esto no es matar a petición, le mató porque quería asesinar y comer su carne. Había logrado el mayor subidón de su vida'.

Durante el juicio, el tribunal escuchó cómo Meiwes contactó con el ingeniero informático Bernd-Jürgen Brandes después de contactar con más de 400 personas en Internet y luego se reunió con él en su casa en 2001 en la ciudad de Rotenburgo, en el oeste del país.

En una historia que ha horrorizado al país e inspirado una película, el acusado cortó el pene de Brandes tras un extraño pacto urdido en la red. Ambos hombres trataron de comerse el miembro amputado, pero no tuvieron éxito. Después de una intensa hemorragia, Brandes finalmente quedó inconsciente.

Meiwes, quien creyó que el ingeniero había muerto, dejó a su víctima en un banco, le besó en los labios y después le hundió un cuchillo en el cuello mientras grababa sus acciones en una cinta de vídeo. Luego colgó el cadáver de un gancho de carnicero, congeló partes del cuerpo y se comió algunas de ellas.

'El siguiente debe ser joven, pero no tan gordo', dijo el acusado según el juez después del asesinato.

La sentencia del tribunal de Francfort significa que Meiwes podría ser verse beneficiado con la libertad condicional tras cumplir una sentencia de 15 años en prisión.

Los fiscales demandaron la semana pasada que se modifique la primera sentencia de Meiwes, que le condenaba a ocho años de cárcel por asesinato, y señalaron que debería pasar el resto de su vida entre rejas, argumentando que podría volver a matar y esta vez sin el consentimiento de su víctima.

Los abogados de la fiscalía sostuvieron que Meiwes había matado para satisfacer sus impulsos sexuales, pero su defensa argumentó que actuó a petición de la víctima, un crimen similar a la eutanasia que en Alemania conlleva una pena máxima de cinco años de prisión.

De acuerdo con la ley alemana podría ser liberado en 15 años. El tribunal rechazó la solicitud de la fiscalía de denegarle el derecho para una salida anticipada.

/Por John O'Donnell/ 20 minutos.es

7 comentarios:

  1. Asistiré al Ultrashow, pero de incógnito, me difrazaré de chico joven.

    Espero verte allí.

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  2. Me duele el cimbrel cada vez que leo sobre este asunto.

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  3. para cuando una post nuevo? fresquito

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  4. cuanto dolor...

    será cierto que de el se puede sacar alguna enseñanza o seran solo chismes ??

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  5. BRAVISIMO!!
    M'ha encantat el relat. Sense concessions, clar que si.
    Saps el que m'agradaria llegir a continuació?
    L'altre part de la història, la del canibal.
    Hunger, el devorador!
    Si t'inspirés la idea..

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  6. actualiza ya!! hay que hacer gimnasia narrativ o perderás el hábito!! enhorabuena por el curro, pero no abandones tus cosicas :-)

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