lunes, 26 de octubre de 2009

Moon, 2009 Duncan Jones

El revuelo mediático que ha acompañado el estreno de Moon, sumado a la insistencia en compararla con Solaris , Atmósfera 0 o 2001, son dos factores que pueden entorpecer una valoración crítica que sea justa con la película. Si bien es cierto que nos asaltan constantemente el dejà vu estético y las indisimuladas referencias al sci-fi más reflexivo, esta película merece ser vista como lo que es: un pequeño thriller de ciencia ficción que plantea cuestiones como la soledad, la identidad y el sentido de la vida en el marco claustrofóbico de una estación lunar. Ver en esta película pretensiones de cult movie instantánea nos va a llevar, sin duda, a resistirnos a ella, a cogerle manía automáticamente. Normal, porque no son pocos los realizadores indie que bajo el pretexto del homenaje o la sencillez de medios, nos matan de sueño con artistificados truños que fusilan los mismos tópicos sin una pizca de gracia o de vegüenza. No es el caso.
No es cierto que se trate de una película sin efectos especiales, en realidad los hay, pero menos cantosos de lo que estaos acostumbrados a ver. La mayor parte se han realizado (con bastante gusto) a partir de maquetas. Esto le va de perlas a la atmósfera retro-futurista que envuelve la película y que junto a la fotografía de Gary Shaw y la hipnótica música de Clint Mansell (responsable de la BS de Réquiem por un Sueño) circunscriben el mundo el pequeño y aséptico mundo en el que se maneja el operario de una estación lunar, interpretado por un enorme Sam Rockwell, con la única compañía de Gerty(un guiño al HAL 9000), el ordenador que le acompaña y , en un momento dado incluso le consuela, y de un visitante inesperado.
Tal vez el argumento no sea el colmo de la originalidad, ni falta que le hace. Una vez más, como en Blade Runner, o las citadas 2001 y Solaris, el futuro y la tecnología son la excusa para plantear una hipótesis y filosofar sobre la condición humana.
Ópera prima del hijo de David Bowie, la película que arrasó en Sitges (y que me perdí, para ir a verla al día siguiente en los Verdi), Moon nos permite soñar con un futuro cercano en el que la ciencia ficción sea algo más que el escenario de experimentos digitales y demás cacharrería. A la espera del segundo largo de Duncan Jones, trataré de hacerme con los cortos.

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